10 de septiembre de 2007

Krycek y mi espiral del silencio I


He de confesar que no puedo evitarlo. Siempre me ocurre lo mismo. Todos los intentos por camuflar mis ideas y ocultarlas en la inercia de la corriente de opinión general han sido en vano. Cada vez que me engancho a una serie nueva, me termina atrayendo el personaje menos popular, el más criticado, aquel del que, cuando dices que es tu favorito, hace que los demás te dediquen una mirada escéptica y un gesto repulsivo mientras exclaman un: "¡Venga ya!, ¿te gusta ese más que...?".


Supongo que debo aceptarlo como tónica general en mi forma de ver las series de televisión, o como un impulso subconsciente que me indica carencias de valores o referencias que termino encontrando en esta serie de personajes, con los que al final, siempre converjo en un punto común.


Ya te habrás dado cuenta de que todo este blog está vinculado a uno de esos personajes de los que hablaba antes. El que abrió el camino en mi gusto desaforado por los antagonistas, (u oponentes, como los designa Greimas en su teoría narrativa).


Cuando comencé a seguir Expediente X, me sentí, como la mayoría, adentrándome en un mundo apasionante donde la relación profesional y/o sentimental de Fox Mulder y Danna Scully era el eje, (la piedra angular que diría Mulder), la razón de ser de una serie que se ha convertido en mi quintaesencia televisiva con el paso de los años, con el asentamiento de mis recuerdos y con el desarrollo de mi capacidad crítica objetiva. Fue al cabo del tiempo, cuando me descubrí a mí misma fascinándome por un personaje al que paulatinamente fui sintiendo como imprescindible.


No recuerdo el momento exacto en que me fijé por primera vez en Alex Krycek. Supongo que, como a la mayoría de sus seguidores, fue un proceso de alienación encubierto y silencioso que se fue adentrando en mi mente, cual sustancia negra pegajosa, sin que pudiera hacer nada por ello, o porque quizá, y lo más seguro, es que no quería hacer nada al respecto.

Krycek y mi espiral del silencio II



Antes de que sigas leyendo, he de advertirte de que nunca me han interesado los fanfics, ni me he alimentado de Krycek a través de ellos. No soy de ese tipo de xphilos. Así que, si esperas leer una serie de parrafadas dedicadas al físico de Krycek, o a la relación sexual Krycek-Scully o Krycek-Mulder, te advierto que puedes dejar tu lectura aquí mismo y ocupar tu tiempo en otras cosas tal vez más provechosas para ti.

Mi pasión por Krycek está en otra fase. Aquella fase en la que un personaje de ficción deja de ser tal y se convierte en algo más, en un sujeto con vida propia al que imaginas nuevas aventuras, sueñas futuros y escribes líneas. Alex Krycek fue uno de los personajes mejor desarrollados de Expediente X, pero a la vez uno de los más incompletos, y esa contradicción es algo que siempre me atrajo.

Su pasado me proporciona una especie de estímulo furtivo que me obliga a hacerme preguntas a las que todavía hoy nadie acierta a responder: ¿De dónde procede realmente?, ¿qué sentía por Marita?, ¿cómo acabó siendo el chico rata?. Por cierto, que la expresión ratboy nunca ha sido de mi gusto. Yo lo llamo siempre Krycek, el sonido de la pronunciación es tan expresivo que no necesita más complementos. Aunque, admito que a menudo cuando hablo o escribo sobre él, le llamo simplemente Alex, a la vez que me aparece esa sonrisa en la cara, entre sarcástica o compasiva de mí misma, como queriendo redimirme por haberle elegido a él en vez de a otros. Podría decir que es la misma sonrisa delatadora que reconozco en el rostro de Chris Carter cuando rememora a este personaje.

Otra ley obligada en mi caso xphilo, es que no conjugo el verbo gustar por las buenas. Para decir que me GUSTA (sí, con mayúsculas) un personaje de ficción, me tiene que agradar el conjunto, a saber: actor, declaraciones, vida e imagen pública. Es otra de las manías que no puedo evitar, me ocurre siempre que me atrae un artista, especialmente algún cantante o actor. Si me gusta, me gusta todo, y puesto que gran parte de la culpa del encanto de Krycek la tiene el genial actor canadiense que le ha interpretado durante estos años, Nicholas Lea, me es obligado tenerle también a él en un pedestal.

Nicholas Lea no es el típico actor que hace de típico villano. Nicholas Lea es de ese tipo de actores que aporta calidad a una serie de televisión, un gran actor, algo que he ido corroborando tras ver sus actuaciones en el cine, Expediente X, CSI Las Vegas o actualmente en Men in Trees y Kyle XY. Además, siempre he pensado que es mucho mejor actor que David Duchovny. Mulder me colmaba, ¡cómo no iba a hacerlo!. Es único, y sobra decir que todavía me siento una shipper absoluta y convencida, porque una cosa no quita otra. Pero, luego veía a David Duchovny en escenarios ajenos a la serie, en otras películas, o leía algunas de sus declaraciones y en muchas (demasiadas) ocasiones he pensado: "Pero qué ridículo está haciendo" o "no me gusta lo que dice o cómo es". Pero, con Nick jamás me ha ocurrido eso, pues siempre me ha parecido un hombre con la cabeza muy bien amueblada, educado, simpático, amable... y ninguna de sus declaraciones en televisión o prensa me han dejado indiferente, generalmente para bien. También gana puntos por el hecho de que todos los actores de Expediente X hablen bien de él, algo de lo que ni Gillian Anderson ni David Duchovny pueden presumir.

Y luego le oyes hablar, con esa voz entre vulnerable, decidida, amenazante, intuitiva, susurrante a veces y poderosa otras. Y terminas cayendo. Es una de las mejores razones para ver cualquier serie de Nick Lea en versión original, y no con el doblaje en español. De veras, espero y deseo que David Robles hiciera algo de calidad después de Expediente X porque lo que fue doblar a Nick lo hizo francamente mal.

No cabe duda de que con estos antecedentes puedo ser incluida como sujeto perfecto en la Teoría de la Espiral del Silencio de Noelle-Neumann. Con una excepción: mientras me siga atrayendo el Krycek hijo de puta, mentiroso, criminal, obsceno, cruel e impulsivo, por muy minoritario que sea mi sentimiento, será la mayoría quien tendrá de conformarse.


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Nota: La Espiral del Silencio es una teoría de comunicación desarrollada por Elisabeth Noelle-Neumann. La teoría declara que es menos probable que un individuo exprese su opinión sobre un determinado tema entre un grupo de personas si siente que es parte de la minoría, por miedo a la represión o aislamiento por parte de la mayoría.